
Y la misión de hacerte olvidar de todas las preocupaciones le ha tocado a nada menos que a lo nuevo de La Dispute, una de esas bandas que a día de hoy podría considerarse todo un referente en el Screamo actual (el de verdad, no en el que muchos meten erróneamente a grupos de Post-Hardcore (erróneamente una vez más) con Metalcore, tecladitos y toques electrónicos) por su particular manera de hacer las cosas, pero más aún de verlas. Formados en las inmediaciones de Michigan en Estados Unidos, este grupo siempre se ha caracterizado por un Screamo que apuesta más por la emoción sonora que por la complejidad o toda técnica que se precie, de la cual no carecen a pesar de ello. Todo ello se forma mediante una fusión del mejor Screamo, el Post-Hardcore y animados (o entristecidos, según como le den) momentos rockeros, dando lugar a algo muy propio, casi espiritual, dentro de un marco en el que trazan un lienzo perfecto.

Pero aquí está, entre nosotros, dispuesto a adentrarnos una vez más en sus pasajes inmensos. Lo primero que hay que considerar es quizás hasta lo más obvio: uno no puede esperar que Wildlife esté a la altura de su predecesor, y mucho menos que lo supere, pues su antecesor está muy por encima de cualquier cosa. Podéis pensar que es injusto, y es posible que así sea, pero es lo cierto, Somewhere At The Bottom Of The River Between Vega And Altair es uno de esos discos que no se pueden repetir, va más allá de todo lo conocido, y por ello no se puede comparar con este trabajo porque sería como comparar a un maestro con su aprendiz. Aún con todo, La Dispute también lo sabe, y para ello nos ofrecen algo en una dirección diferente, pero sin cambiar de sentido. Más allá de los temas animados que presentaban en sus anteriores trabajos (incluido Vancouver), Wildlife se centra más en el aspecto emotivo, tratando en todo momento de hacernos transmitir algo profundo, y es por ello que se preocupan incluso más que anteriormente en los aspectos melódicos que en brindarnos unos momentos muy marchosos como podían ser en temas como Damaged Goods.

Y una vez más, todo el peso recae en Jordan Dreyer, cuya manera de recitar los temas siempre ha sido el sello distintivo de la banda, y aquí no será menos, demostrando lo que puede llegar a transmitir su voz, ya sea en A Departure, Edward Benz, 27 Times o A Broken Jar.

Puntuación: 7'75/10
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