viernes, julio 23, 2010

Nadja - Thaumogenesis (2007)

No hay nada mejor en esta vida que tumbarse en el sofá un día nublado y/o lluvioso en tu casa, mirando hacia la ventana cómo caen las gotas de lluvia, el ruido celestial que emiten, mientras escuchas algo que acompañe al momento, algo tranquilizante, que te haga volar y soñar despierto. Son momentos que cuando uno disfruta, siente que todo a su alrededor nada importante, las preocupaciones desaparecen, y sólo quedan tú y tus pensamientos.

Nadja es indiscutiblemente un ejercicio para ello, capaz de teletransportarte a un mundo esotérico y único, un lugar virgen el cual nadie ha pisado jamás, un lugar donde el todo y la nada se fusionan en un universo infinito y maravilloso. Quienes conozcan a esta banda, sabrán a lo que me refiero. Formado en 2002 en Toronto (Canadá) por Aidan Baker, al cual no tardaría en unirse a su proyecto Leah Buckareff, Nadja (apellido que significa "esperanza") es la búsqueda del sonido más potente del Ambient, con pasajes y texturas propias del Drone, del Doom e incluso del Shoegaze. Con una extensísima discografía (sólo eclipsada por la bastísima discografía de Senmuth, ¿de dónde coño saca esta gente tanto tiempo, pasta e inspiración?), he decidido elegir Thaumogenesis de todos ellos por ser uno de sus trabajos más conocidos y representativos de esta banda, en donde se muestra su faceta más Drone.

Thaumogenesis se basa simplemente en un sólo tema que se prolonga hasta la hora de duración (chupaos ésa, Dream Theater), plagado de elementos diversos, de una transición pasmosa e inigualable, lleno de pasajes y atmósferas que es difícil explicar en su totalidad. Un disco digno de escuchar, como ya he dicho, postrado en el sofá. Masterizado por James Plotkin (todo un hacha que ha colaborado con bandas como Khanate, Pelican, Earth y Sunn O))), entre otros), Thaumogenesis es difícil de explicar, es como estar perdido en el universo, solo que no te estalla la cabeza, sino que das vueltas sin rumbo. Estoy seguro de que si existiera el Nirvana, lo que sonaría sería este disco para toda la eternidad (qué traumático viéndolo así).

Explicar el tema que encierra este disco es como explicar punto por punto la Historia de España en poco tiempo, pero voy a hacer un esfuerzo y más o menos daré algunos detalles de lo que nos encontraremos en este disco en 4 partes, cada una correspondiendo a un cuarto de hora de lo que dura en sí el tema.

Parte I

Comienza con una suave melodía que llega desde la nada y que se prolonga hasta los 5 minutos. Acto seguido, implosiona en toda una muestra de Drone pesado, muy pesado, capaz de oprimirte cual cucaracha y reventarte los órganos. Un sonido duro y compacto, con toques propios del Doom, capaz de plantarle cara a los Sunn O))) en cuanto a ruidismo se refiere.

Parte II

Quizás la parte que más texturas y piezas de teclado y Electrónica presenta, el Drone se va disipando como una nube de humo progresivamente, de nuevo suaves melodías son acompañadas de un sonido esotérico. Pequeñas notas de guitarras distorsionadas se hacen entrever ante tal muro sonoro.

Parte III

La naturaleza de Thaumogenesis se va elevando y engrandeciendo, volviéndose cada vez más celestial, más embellecedor, hasta que llega a un clímax que no se puede mantener más, y como la cuerda que se estira hasta partirse, todo ese sonido se rompe y queda sólo ante unas notas de guitarra Drone, muy distorsionadas, que pueden hacernos recordar a unos primerizos Pelican. Todo ello con la presencia más patente de la batería que hace acto. Más tarde, el ritmo se marca muchísimo más, entrelazando notas distorsionadas que son auténticos ataques directos con pequeñas atmósferas entre nota y nota.

Parte IV

Todo el ataque sonoro arrollador anterior desaparece como una brisa y nos dejan solos ante unas pequeñas melodías de guitarra acústica, acompañados de unas texturas implacables propias de unos Isis, incluso me vienen a la cabeza Caspian con ese sonido propio del Post-Rock en los últimos minutos. Desde luego, el broche de oro de Thaumogenesis junto con la tercera parte. La distorsión que presenta se hace cada vez más y más grande, hasta el punto de rozar el Noise por momentos.

Lo mejor de todo Thaumogenesis es que a pesar de la hora de densidad musical que presenta, entra como miel por los oídos, todo gracias a que se toman su tiempo y tranquilidad en profundizar en las atmósferas, en los riffs y las texturas que ejercen en su música y en el disco. Sin lugar a dudas, un disco para soñar, y ahora que lo escucho en un día triste como hoy, en donde las nubes amenazan con llorar en breves, me sabe incluso mejor.

Puntuación: 10/10

1 comentario: