domingo, mayo 29, 2011

Dark Castle - Surrender To All Life Beyond Form (2011)

Cada vez queda menos para llegar a la recta final y por fin tener unas más que merecidas vacaciones. El proceso es lento, como lo es lo nuevo de esta banda proveniente de la cuna del Death Metal estadounidense (Florida), y que en 2009 darían mucho de qué hablar con su debut Spirited Migration. Dark Castle es uno de esos dúos que, con tan poco material y tiempo de existencia, sientan cátedra haciendo que permanezcan en las mentes y en las bocas de muchos, algo que no se suele dar usualmente. Con un Sludge denso y oscuro, y haciendo culto y oración a los grandes del género, conseguían dar un golpe de estado dentro de la escena con un disco que traspiraba frescura por todos los paros, bien sea por el hecho de que al frente se encuentra la portentosa habilidad de Stevie Floyd tanto a la guitarra como a la voz, bien sea por la atmósfera ritual que llevan cargando al hombro.

Surrender To All Life Beyond Form repite la fórmula que traían por entonces, y la cual nada les sienta mal. Con su densidad oscura y tenebrosa que hará vibrar tus sentidos como si de un terremoto se tratara, y las notas que van aplastando la atmósfera que van dibujando poco a poco y con meticulosidad, Dark Castle vuelve a sacarse un disco sombrío y que recoge nuevamente los principios del Sludge más denso y pantanoso. Reforzándose quizás en la vasta condensación del Drone, esta pareja de monstruos del pantano irán arrastrándote hacia el lodo paulatinamente hasta que éste alcance tu cuello y te ahogue en él. Con temas que son todo un trance sonoro perturbante como la bien trabajada Heavy Eyes, en donde Stevie va tejiendo los riffs con total cuidado y cariño como si de una viuda negra se tratara. Y para que quede claro la intención de la banda, de convertir la música en un ritual esotérico en toda regla, el mejor ejemplo para definir sus intenciones residen en Spirit Ritual, para más redundancia, en donde los cantos oscuros y macabros propios de una ceremonia religiosa, con un ambiente que se irá detallando en tu piel, causando auténticos escalofríos, y donde el dúo trabaja compenetrados con unas voces gloriosas y que perfilan su verdadera intención. Más allá de todo eso, también comienzan a hacer uso de sintetizadores para apoyarse en esas atmósferas gloriosas como al comienzo de To Hide Is To Die. Lo demás, es algo que ya todos conocemos: superioridad musical en todos los aspectos.

Una muestra perfecta más de que los sonidos más primitivos están adueñándose de la situación actual que vivimos en la música, y en la que cada vez más bandas quieren subirse al carro. Dark Castle ya lo han hecho, y esta vez dejan un regalo para recordar que siguen a bordo.



Puntuación: 9/10

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