
Antes que nada, me gustaría dejar en constancia algo que he estado meditando seriamente durante estas semanas, y por el cual no conseguía tomar una decisión... hasta ahora: dejaré de seguir realizando reseñas sobre material enviado hacia mi correo. ¿La razón? Es bien simple: últimamente me he estado dando cuenta de que sólo reseñaba para aquello que me enviaban, y apenas le dedicaba a algo que había encontrado y que me había entusiasmado. Los más viejos lectores de este blog sabrán que el espíritu que siempre había mantenido aquí era el de hablar sobre las novedades que habían despertado mi interés o aquello que siempre me había gustado. Siempre he considerado que los blogs son como el rincón propio de cada uno, donde se habla de sus gustos, sus inquietudes y demás. Por supuesto también es un medio para darse a conocer a aquellos quienes buscan llevar su trabajo hacia adelante y no saben cómo, pero me estaba dando la sensación de que esto se estaba convirtiendo más en una empresa que en un blog cualquiera, y no era lo que esperaba (una empresa de una sola persona... qué cosas).
Agradezco a aquella gente, a aquellas compañías de promoción y a los grupos que han confiado en este lugar. Incluso he descubierto alguna que otra sorpresa grata, pero tampoco quiero verme comprometido a estar haciéndole reseñas a nadie en un lugar que, ante todo, es de uno, era lo último que desearía. Así que, a partir de hoy, cierro el grifo por esa parte.
Una vez dicho esto, toca comentar sobre los lanzamientos que han ido saliendo en estos meses y que estaban esperando impacientes por tener un pequeño hueco en este gélido y angosto lugar. Empezando por lo nuevo de Leviathan, si alguien me preguntara cuál es mi grupo de Black Metal preferido, a pesar de que son varios los que me gustan, creo que no dudaría en decir que el proyecto del señor
Wrest está por encima de todos. Pocas bandas han conseguido transmitirme tal sensación de angustia y desolación como nunca lo ha hecho este gigantón. Desde el instante en que escuché por primera vez aquella demencia propia del averno que suponía el tema The History Of Rape de su para mí obra cumbre Tentacles Of Whorror, sabía que estaba ante algo importante. Su manera de dosificar el Black Metal en paquetes de atmósfera propia del Dark Ambient fue todo un acierto para conseguir transmitir lo que para un servidor pocos grupos han logrado a la hora de tratar el Black Metal: la oscuridad propia de un estilo que se supone tiene que transmitir la maldad y el odio que tanto exclama. Y Leviathan podría decirse que es el máximo exponente en ello, pues siempre ha tenido la facilidad de sumergir la rabia contenida del Black Metal en las atmósferas más decadentes que confieren ese aspecto de total sumisión. Incluso ante un trabajo puramente Dark Ambient como A Silhouette In Splinters, Wrest sabía cómo mover los hilos de las emociones humanas más oscuras y jugar con ellas como si fueran simples marionetas, conociendo con total precisión dónde y cuándo tenía que sonar cierta nota dispar para convertir la piel de uno en gallina. Tampoco hay que olvidar su otra obra a la altura de los antes mencionados, The Tenth Sub Level Of Suicide, todo un descenso hacia el abismo gélido y profundo del ser propio, el que nos convierte en auténticos monstruos cuando éste sale a la superficie.

Tras un trabajo un poco menos elaborado pero también por encima de la media que respondía al nombre de Massive Conspiracy Against All Life, Wrest parece que empezó a centrarse en otros aspectos. Después de exprimir ciertos aspectos tiempo atrás con su otro proyecto Lurker Of Chalice, consideró que podía darse el lujo de tomarse un tiempo para otras cosas (razón por la que posiblemente mucha gente pensaba que Leviathan estaba en hiato indefinido), ya sea entrando en la banda Krieg, o formando parte del plantel de All-Stars agónicos de su terreno que conforma Twilight, lanzando esa auténtica joya llamada Monument To Time End el año pasado y en la que se puede percibir fácilmente su mano en él.


Puntuación: 8'75/10
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