sábado, diciembre 24, 2011

Russian Circles - Empros (2011)


Bueno, era de esperar, ¿no? Ya dije hace tiempo atrás que tarde o temprano tendría que hablar de lo último de estos pesos pesados de ese mundo tan sobre explotado como es el Post-Rock. Hablar de Russian Circles es como hablar de nuestros padres: todos venimos de unos, son muchos, pero no hay ninguno como los nuestros.

Formado por miembros de Dakota/Dakota, Russian Circles jamás imaginó que llegaría a tales cotas de majestuosidad si se lo hubieran dicho tiempo atrás, pero así es. En sus 7 años de existencia, han ido cosechando una importancia dentro del estilo que a día de hoy es muy difícil que alguien los desbanque, en pos de patinar constantemente entre las texturas y los pasajes propios del Post-Rock y la contundencia y el sonido pesado propio del Post-Metal, consiguiendo así el equilibrio perfecto entre la armonía de un estilo y la furia del otro. Con la llegada de su clásico Enter (y de eso hace sólo unos 5 años) como debut, irrumpieron en la escena cual elefante en una cristalería, haciendo mucho ruido y desviando la mirada de todos hacia ellos para encontrarse de bruces con un titán que amenazaba con hacerse con todo cada vez más y más.


Sin embargo, tiempo después de haber lanzado su debut, su bajista Colin DeKuiper abandonaría la banda, y éste sería sucedido por nada menos que Brian Cook, bajista de la mítica banda de Mathcore Botch. A partir de ahí, comenzarían a reforzar los elementos del Post-Metal con cada disco que han ido sacando, siendo posiblemente Geneva el disco más potente que han sacado de entre todos.

Y así, 2 años después de todo, lanzan su nuevo trabajo, titulado Empros, y que no hace más que encumbrarlos hacia la victoria, una victoria aplastante por su parte gracias una vez más a un trabajo sólido y en donde no falta ningún ingrediente característico de la banda. Empros es un nuevo ejercicio de elegancia y energía a partes iguales, y que se apoya principalmente en riffs de gran peso que podrían parar hasta a un toro bravo. Buena muestra de ello lo dan los dos primeros temas, 309 y Mlàdek, cargados de ritmos bestiales y hasta momentos que podría hacer a más de uno descoyuntar sus cervicales a ritmo de headbanging, todo ello adornado de una atmósfera que siempre está presente en el fondo, ejemplo perfecto de cómo son capaces de construir todo un mundo con sólo 3 instrumentos tan básicos como la guitarra eléctrica, el bajo y la batería.

De la ira pasamos a la tranquilidad con Schiphol, donde se sustentan en la calma y los pasajes más propios del Post-Rock, engrandeciéndose enormemente al final de éste para cerrar con un tema ante todo noble. Algo parecido ocurre con Atackla, solo que presenta un contraste entre la calma al principio del tema y la fuerza al final de éste, pasando poco a poco de un extremo a otro a medida que se desarrolla el trayecto que lo conforma. Y ya finalmente pasamos a la acción con... Batu (risas enlatadas), donde recupera la mala baba de sus dos primeros temas, pero manteniendo la apología a la paz que mantienen también Schiphol y Atackla.

Y por fin, ya puestos a terminar, cierra con Praise Be Man, en donde por primera vez meten voces a un tema (aunque no estoy seguro de si lo han hecho anteriormente, la memoria me falla), una voz sepultada en una reverb lejana, y convirtiendo el tema en una suerte de My Bloody Valentine pero en versión lenta.


Y así, una vez más, Russian Circles se proclaman vencedores en una lucha propia por mantener el nivel bien alto, el nivel que los hacen únicos y proclamados por muchos. Victoria.



Puntuación: 9'5/10

No hay comentarios:

Publicar un comentario