sábado, agosto 20, 2011

Primus - Green Naugahyde (2011)

Hoy es un gran día, sin lugar a dudas, porque levantarse por la mañana cargándose encima nada menos que el regreso de unas leyendas como Primus es como para alegrar hasta al más muerto. Y es que esta banda es de ésas a las que habría hacerle pleitesía y rendirle culto hasta el fin de los días, pues estamos hablando de toda una eminencia del Rock en todos sus aspectos, artífices del Fusion y del Rock más funkye, y que en su haber han dejado en constancia auténticos trallazos que a día de hoy muchos recuerdan con el puño en el corazón y una lágrima en la mejilla como Frizzle Fry (es escuchar John The Fisherman y ser poseído por una desconocida fuerza superior) o Tales From The Punchbowl.

Para muchos fue un dolor tremendo su separación en 2000, aunque no fue mucho que volverían a reunirse en 2003, eso sí, con muy poca actividad, más allá de dar varios actos en festivales y de lanzar un DVD/EP bajo el nombre de Animals Should Not Try To Act Like People, amén de un recopilatorio con sus mejores temas. Su actuación en el Azkena Rock Festival supuso la alegría de muchos, y del que parece que la gran mayoría salió con gran sabor de boca (maldita suerte de uno el vivir en una isla apartado de todo...).

Pues si eso no fuera suficiente para los presentes que estuvieron en dicho festival (y para todo el mundo en general), Primus vuelve, tras más de una década desde que saliera su último trabajo Antipop en 1999, a plantarse en estudio para hornear algo sabroso y fresco para que todos podamos degustar como posesos y volver a sentirnos llenos y satisfechos. Pero mucho antes de su salida oficial, alguien tiene el lujo de sacar del horno el pastel que todos esperábamos, y que han bautizado como Green Naugahyde. Y lo cierto es que es toda una delicia este postre, pues quién iba a pensar que tras muchos años en silencio, Les Claypool y los suyos aún tenían mucho que decir, pues su nuevo trabajo es toda una hostia en la cara para los insolentes que no esperaban nada de su regreso, porque esto es todo un ejercicio del buen hacer, de la elegancia musical y de la pura diversión. Con la friolera de 13 temas por delante, Green Naugahyde se planta como el disco de regreso que muchos matarían por tener, pues es como si la inspiración nunca se hubiera ido de ellos en todos estos años. Es más, diría que todo este tiempo les ha servido para ir puliendo todos los detalles y reforzando tuercas para que nada salga mal a la hora de su lanzamiento. En esta ocasión cuentan a la batería con Jay Lane, un tío bastante experimentado en este tipo de estilos a juzgar por su trayectoria. Claro, par alguien como yo habría sido redondo que volvieran a tener al batería con el que nos brindaron mejores momentos, ése es, Tim Alexander, pero tampoco lo hace nada mal Jay.

Uno de los aspectos que a uno más le ha llamado la atención de Green Naugahyde es que posiblemente sea uno de sus trabajos con un enfoque más "serio", por decirlo de alguna manera. Desde luego no te vas a encontrar temas con tanta fiesta como el que perfilaba Wynona's Big Brown Beaver, por poner un ejemplo, lo que no quita que tenga temas con mucha garra y enganche como HOINFODAMAN. Esto quizás se deba a su lado más progresivo, pues Primus siempre ha sido muy devoto del Rock progresivo setentero como King Crimson o Pink Floyd, el cual se hace muy patente en temas como Jilly's On Smack, donde hacen gala de una progresión y una psicodelia que ríete tú de las bandas que surgen hoy en día de Rock psicodélico. Eso, por no hablar también de la influencia tan clara que siempre han recibido de Mr. Bungle, y que se muestra claramente en temas como la bizarra Extinction Burst, con unos coros la mar de extraños.

Otra cosa que queda una vez más demostrado es que Les Claypool es un auténtico monstruo al bajo, el cual lo usa como si fuese una extensión más de su cuerpo, una extremidad, haciendo con él lo que le da la real gana, y que queda bien claro en temas como la magnífica Eyes Of The Squirrel, tema por el que muchos venderían un riñón y a su madre por componerlo. La manera de ejecutar con esa velocidad desorbitada y haciendo que se haga bien presente (como tiene que ser en toda producción Funk), hace que uno tenga que romperse las rodillas para rezar a este hombre que está a un paso de convertirse en una entidad divina. Añádele auténticos trallazos que retumbarán en tus oídos por su complejidad y por su grandiosidad como Last Salmon Man, y otros con un ritmo enormemente pegadizo como Lee Van Cleef o Moron TV, y ya tienes listo una maravilla más en la que sentarte a disfrutar.

Mucho van a tener que aprender otros de Primus para saber cómo volver por la puerta grande y plantarse un señor disco con dos cojonazos. Y sin inmutarse siquiera.



Puntuación: 10/10

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